El Reloj Biológico de la Inversión
Escrito por: Ashly Rodríguez – Email: mrodriguez@cci.com.do
Coordinadora de Middle Office – CCI Puesto de Bolsa, S.A.
5 de febrero, 2025
El ciclo de vida del inversionista es un concepto fundamental en el ámbito de las finanzas, ya que ilustra cómo las necesidades, objetivos y tolerancia al riesgo de una persona evolucionan a lo largo de su vida. Comprender este ciclo no solo es crucial para los inversionistas, sino también para los ejecutivos de negocios y gestores financieros, quienes pueden utilizar esta información para ofrecer productos y servicios financieros más adaptados a cada etapa de la vida.
Como estudiante de finanzas de 22 años y alguien que ha mantenido un buen hábito de ahorro, me interesa mucho comprender cómo los perfiles de inversión pueden variar a lo largo de los años. Esto cobró aún más relevancia tras una conversación con un ejecutivo experimentado, de unos 50 años y a quien considero un experto en inversiones. A pesar de su flujo de efectivo sólido, me sorprendió saber que él mismo se percibe como un inversionista moderado, con un apetito de riesgo bajo. Al principio, asumí que un flujo de efectivo sólido significaba mayor tolerancia al riesgo, pero en su caso, el objetivo es preservar el capital y mantener estabilidad, algo coherente con su perfil y su etapa de vida.
Recordar esta conversación me llevó a reflexionar sobre mis propios objetivos financieros y cómo estos han cambiado. Como muchos jóvenes, mis primeros pasos en el mundo de las finanzas se centraron en el ahorro. La seguridad de tener una cuenta bancaria era reconfortante, pero a medida que crecía, también aumentaba mi curiosidad por hacer que mi dinero trabajara más duro. La idea de invertir, aunque al principio resultaba intimidante por el riesgo implícito, se convirtió en una forma atractiva de acelerar el crecimiento de mis ahorros y alcanzar mis metas a largo plazo. Esta búsqueda de oportunidades de inversión refleja una etapa común en el ciclo de vida del inversionista, donde la tolerancia al riesgo suele ser mayor y el horizonte temporal es extenso, lo que permite asumir posiciones más agresivas en busca de rendimientos más altos.
No sabía en ese entonces que estas inquietudes eran reflejo de mi etapa de vida, algo que es común en todos los inversionistas. Por ejemplo, en la juventud, muchas personas están más abiertas a asumir riesgos que permitan crecer su capital. Más adelante, cuando logran una estabilidad financiera, tienden a buscar inversiones que equilibren crecimiento y seguridad. Finalmente, cerca de la jubilación, la prioridad suele ser la estabilidad, con menor exposición al riesgo, permitiendo vivir de los ahorros sin preocupaciones por la volatilidad. Así, cada etapa de vida trae consigo distintas prioridades y tolerancia al riesgo, lo cual influye en cómo cada persona toma decisiones de inversión.
Para los ejecutivos y asesores financieros, tener en cuenta estas etapas representan una oportunidad para personalizar sus recomendaciones. No se trata de “subestimar la capacidad de los clientes para tomar decisiones” ni de “psicologizar” su perfil, sino de usar esta información disponible para ofrecer soluciones financieras que respondan mejor a sus metas y contexto. Por ejemplo, si un cliente está cerca de la jubilación, en lugar de sugerir alternativas de alto riesgo, puede ser más adecuado proponer productos financieros estables que le den tranquilidad.
Además, el conocimiento de este ciclo permite a las instituciones innovar en productos diseñados para cada perfil, como fondos que ajustan automáticamente el nivel de riesgo según la etapa de vida del inversionista, o portafolios específicos para metas de largo plazo. La educación financiera también juega un papel crucial aquí: ayudar a los clientes a entender cómo sus perfiles de inversión pueden cambiar y acompañarlos en cada etapa, fortalece su confianza en la institución y en el valor de invertir.
Concluyó diciendo que el Invertir no tiene por qué ser un salto al vacío. Conociendo y respetando las diferentes etapas del ciclo de vida del inversionista, tanto los clientes como los ejecutivos pueden hacer que la experiencia de inversión sea enriquecedora. Esto permite al inversionista construir un plan que evolucione junto con él y lo acerque a sus metas, mientras que para los ejecutivos es una oportunidad de conectar con los clientes de forma significativa y guiarlos hacia un futuro financiero seguro y satisfactorio.